jueves, 10 de marzo de 2016

Al pie de la cruz estaba...

CRISTO YACENTE

Dulce paz con blancura de azucenas,
que tienes en el Padre tu remanso;
la quietud de tu carne es el descanso
de tu vida inflamada y de tus penas.

La Sangre derramada de tus venas
en efluvios de amor, aunque distante,
lava nuestra maldad, siempre constante,
así como hace el mar con las arenas.

¡Amor de Cristo! Amor de los Amores
(lecho de palo en cruz para su muerte,
hiel y vinagre para sus dolores).

No cabe Amor más grande ni más fuerte,
ni mayor resplandor de resplandores,
que esta Luz que nos da tu cuerpo inerte.

Federico Andreu (1957)

Y ya llegamos casi al final de la Cuaresma, la cercanía de la Semana Santa se puede contar ya en días e incluso por horas. La mayoría de nuestras cofradías ya han realizado sus cultos anuales o están en estos momentos con los últimos preparativos. La semana pasada fue el turno de la Cofradía del Santísimo Cristo Yacente y Ntra. Sra. de la Luz en su Soledad. Para dichos cultos, EL TURIFERARIO ha realizado un pequeño reporte del maravilloso altar efímero que está cofradía preparó. 

El conjunto monumental de San Juan de Dios, sede de la mencionada cofradía, acogió un año más las celebraciones en honor de sus sagrados titulares. María Santísima de la Luz en su Soledad, al pie de la cruz, velaba a su hijo Jesucristo Ntro. Señor que yacía sobre un precioso almohadón. Junto a la imagen del Cristo Yacente, un cojín mostraba la corona de espinas y los clavos que atravesaron las manos y los pies del redentor. 

El conjunto nos evocaba a pensar en cómo María meditaba Junto al cuerpo de su hijo, a la espera de la resurrección gloriosa. Ella que le había dado a luz, pudo contemplar la muerte del que era la luz y la vida, en una cruz. Pero María en su Soledad, aguardaba la luz de la mañana del Domingo, día en que Cristo había de vencer a la muerte. 































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